viernes, mayo 12, 2006

Una historia suelta


Aquella noche era una como otras en el bar. Humo, música fuerte, el ruido de voces y copas que no paraban de encontrarse. Jorge buscó a sus amigos, pero no lograba verlos entre tanta gente. Se acercó a la barra y pidió un chop, en ese momento Damian lo tomo del hombro obligándolo a girar bruscamente y lo abrazó llevándolo entre risas de bienvenida.

-Vení que estoy con gente, haceme la gamba.

Se alegro de encontrarlo, aunque sabía que tenía que estar allí, era una parada obligada para Damian los fines de semana. En la mesa, que era su favorita, había un par de hermosas mujeres una de las cuales Damian inmediatamente abrazo y beso, como indicándole su nueva adquisición, también estaba Lucho, más amigo de Damian que de Jorge, pero con el cual compartían muchas noches y salidas, había otra chica hermosa de quien olvidó el nombre, pero que Damian le presentó con una mirada cómplice, como diciendo esta puede ser tuya, el la saludó haciéndose el tonto, como siempre que lo sometían a este tipo de situaciones, También estaba allí un hombre que no conocía y que por lo que pudo entender era amigo de Lucho y estaba de paso por la ciudad parando en su casa, se llamaba Dante. La conversación divagaba entre la cerveza y las risas fáciles de las chicas ante las absurdas bromas con doble sentido de Damian.
Damian contó que las chicas habían ido solas al bar y que él las vio y las invitó a unirse a la mesa, luego rápidamente se enamoraron, todos se rieron y estaban atentos a sus comentarios. Lucho le contaba a Jorge, que Dante era de Paso Miranda en Río Negro, a Jorge le pareció extraño nunca había oído hablar de esa localidad y le preguntó que hacía allá, él miró para abajo y luego de vacilar por unos segundos le dijo que estaba por acá de paseo y decidiendo que iba a hacer de su vida.
Jorge intuyó que había hecho la primera pregunta inadecuada con una puntería increíble, notó que Lucho intentaba explicar la situación, contándole que Dante había hecho de todo en su vida, que era un buscador de aventuras, que hacia largos y fantásticos viajes por los lugares más extraños del mundo, Él mantenía una media sonrisa, mientras Lucho con su habitual verborragia contaba que había tenido las profesiones más diversas, desde Disk Jockey en una disco, hasta peón en una estancia, esto último pareció no hacerle mucha gracia a Dante, que miró de reojo a Lucho, este pareció darse cuenta rápidamente y siguió nombrando profesiones, como para que pasara inadvertido su gafe.
Luego de algunas bromas de Damian sobre las distintas profesiones, Jorge lo miró fijamente y le preguntó a Dante... –Así que fuiste peón en una estancia y que hacías? Él le devolvió la mirada con dureza y pudo sentir su bronca por tener que hablar de eso, pero esto era lo que le había causado curiosidad a Jorge.

-Solamente estuve unos meses trabajando en una cosecha,...
fue por curiosidad.

-No debe ser un trabajo fácil- dijo Jorge- quiero decir mucho
esfuerzo físico.

-Si - le contestó él secamente

Nuevamente el silencio se apoderó de la mesa y se podía sentir que algo no andaba bien, Damian miró a Jorge extrañado, como preguntando, que me estoy perdiendo?
Jorge insistió;
-y como era la relación con los dueños, tenían un buen trato
con los trabajadores?

Su mirada había cambiado por completo, ahora Jorge podía sentir su irritación por insistir en el tema y esto no hacia más que avivar su curiosidad como una llama. Sus respuestas continuaron siendo cortas y evasivas hasta que en un momento sin mediar un prólogo, Jorge miró a Damian rápidamente como advirtiéndole que se prepare y luego mirando inquisidoramente a Dante le preguntó:

-Hay algo que te molesta? Preferís que no te haga preguntas?
o es sobre este trabajo que no queres hablar? Te pasó algo
jodido?

Todos quedaron en silencio por un instante, incluso pareció que en el Bar, justo en ese momento todo se acalló, la música paró y un profundo silencio de miradas se impuso en todo el lugar.
Lucho intentó explicar que Dante venía de atravesar situaciones difíciles, pero Dante lo interrumpió:

-Están dispuestos a escuchar una historia y no hacer
preguntas?

-Si- dijo Jorge ansiosamente y todos los demás asintieron con la cabeza, sin sospechar que lo que estaban a punto de oír podría transformarlos de alguna manera. Lucho miró hacia abajo y movía su cabeza negativamente, parecía no estar de acuerdo con que Dante contara su historia pero todos los demás estaban ansiosos por escuchar y no comprendían tanto misterio.
Dante pareció recomponerse y muy pacientemente se preparó para hablar. Les dijo que podían creerle o no, pero que por favor no lo interrumpieran con preguntas, él les contaría todo sin omitir ningún detalle.


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-No les diré donde sucedió lo que sucedió, por que no tiene ninguna importancia el lugar, yo me encontraba allí sin mucho que hacer y pasaba los días entre un Kiosco-bar, en una esquina y un club por las noches, lugares en los cuales no hacia más que jugar al truco y enterarme de todas las historias del pueblo o mejor dicho de los chismes y mitos. En esas largas charlas escuché muchas historias de los personajes del pueblo, entre ellas la del Dr. Gelanor. Era un abogado que había llegado al pueblo hace muchos años, cuando recién se había recibido, se instaló allí, en un pequeño estudio, pero al cabo de un tiempo entendió que en este pueblo no había mucho trabajo, es que allí, quien iba a necesitar los servicios de un abogado. Un día el Coronel, que vivía en una hermosa y enorme casa cerca de los acantilados y que había enviudado hacia poco tiempo, le vendió su propiedad, Gelanor la adquirió y también obtuvo por unos pocos pesos una buena cantidad de hectáreas que rodeaban la casa y algunos animales. Las tierras no eran aptas nada más que para el pastoreo de ovejas ya que la infertilidad de este lugar tan cercano al mar era evidente. Gelanor de pronto se convirtió en un estanciero, pero sin ninguna experiencia y con casi nada de dinero ya que había gastado sus escasos ahorros en la compra de esta propiedad. Vivía solo en su estancia y comenzó e venir poco por el pueblo, Pero un día, para sorpresas de todos, apareció acompañado de una hermosa mujer que no era de aquí. Una mujer que según decían poseía una extraña belleza. Contrató tres peones para trabajar en su estancia, que pronto con el correr de las semanas se convertirían en casi veinte personas trabajando allí, nadie entendía como de la noche a la mañana había logrado hacer fértil esa árida tierra, pero resulta que ahora allí crecían enormes hectáreas de parras con las que luego hacían vino. Fue una gran conmoción en el pueblo, otros intentaron imitarlo pero no tuvieron la misma suerte, nadie pudo hacer crecer una sola vid en sus tierras.
En el pueblo se decía que le había robado algo al diablo, lo cual le había traído fortuna pero también dolor. Yo me resistía a creer en esas cosas, las que consideraba producto de la ignorancia. Pero el día que vi a esa mujer caminando por las calles del pueblo de su brazo, quedé absolutamente hipnotizado, sentí como si el tiempo se hubiera detenido. Su largo cabello rubio, sus ojos azules inundados de tristeza y sus manos que parecían pájaros descansando, quedaron grabados a fuego en mi memoria, era imposible ser indiferente a su paso y ella parecía ignorarlo. Tenía la tranquilidad y gracia de un animal salvaje caminando distraídamente por el campo, como describirla… Unas semanas después me enteré que en la estancia, buscaban gente para trabajar en la cosecha, no dudé ni un instante en presentarme. Ansiaba ver nuevamente a esta mujer y quizás poder acercarme a ella y oír su voz. Nunca imaginé lo que luego iba a suceder, ni que esto cambiaría mi vida para siempre.

Llegué hasta la estancia al borde de los acantilados, largas extensiones de campo que explotaba con avaricia. Un pacto secreto y traicionado, con fuerzas de origen incierto, eran la razón de las fecundas cosechas y de su fortuna? aunque sin darse cuenta, estas fuerzas extrañas iban ganando la partida, acorralándolo en su casa con frías y extrañas tormentas en las cuales sucedían fantásticos fenómenos. En su gran casa convivía con aquella hermosa mujer, que parecía como salida de algún sueño, un fantasma, la belleza más pura y etérea. Esta era una de mis debilidades, nunca pude entender del todo la belleza, como un hedonista, mi necesidad de observarla se trasformó en una obsesión, ella llevaba largos vestidos blancos y su aire era de una ausencia constante.
Llegué a provocar cualquier situación que pudiera justificar ir a aquella casa para verla. Pero cuando fui por primera vez y entré guiado por su dueño, descubrí que su convivencia no era la de una pareja común, parecía como si ella fuera parte de su fortuna.
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Un día estaba yo trabajando en los establos, dando de comer a los animales, cuando sin siquiera darme cuenta cómo, ella se paró a mi lado y dijo;

-Cuánto hace que trabaja aquí?

Yo me asusté al oír su voz, que sonaba como una lluvia, pues no la había oído llegar, casi tartamudeando le respondí que hacía muy poco tiempo, ella me miró con sus ojos profundos y nunca voy a olvidar la sensación de pérdida del tiempo que experimenté al sostener esa mirada que parecía estar hurgando en mi interior sin que yo pudiera hacer nada, luego sonrió y dándome la espalda, caminó por el establo lentamente, se detuvo frente a Deseo, una hermosa yegua color arena, y la acarició, parecía hablar con ella, luego me miró y dijo:

-Cuídela como si fuera yo-

Y se marchó. No sabía cuanto tiempo había pasado ni comprendía por que no había articulado palabra, tanto tiempo esperando encontrarla y finalmente cuando logro hablar con ella no puedo decirle otra cosa que; – Hace poco tiempo-
Pero lo más extraño fue su mirada profunda, serena, llena de una insondable armonía y a la vez desesperación, una tristeza profunda y tibia.
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Ya todos se habían marchado de la cosecha pero yo había comenzado tarde, me gustaba la idea de seguir trabajando solo, el día era perfecto y yo disfrutaba mi soledad. Quería por lo menos llenar diez canastos más, De pronto el tiempo comenzó a cambiar bruscamente, me quedé observando el cielo, pero no lograba entender que sucedía. Cerca mío un pequeño viento comenzó a dar vueltas alrededor de unas hojas, de una forma extraña. Parecía como si un ventilador puesto boca abajo estuviera revolviendo las hojas y la tierra. Avanzaba hacia mí como si fuera inteligente, parecía seguirme. A lo lejos pude ver como una enorme pared de polvo avanzaba, comencé a caminar hacia atrás hasta que me asusté lo suficiente, al ver que esto, que en un principio era un pequeño remolino, comenzaba a agrandarse y a adquirir la forma de un tornado que me seguía como un monstruo. Corrí sin mirar atrás pero escuchando el ruido de ramas rotas, hojas y viento que me seguían. Podía oír la tierra vibrar como si una manada de elefantes corrieran detrás mío De pronto comencé a darme cuenta que una fuerza extraña me alzaba del suelo y comprendí que este tornado me había alcanzado, comencé a ver el campo desde cierta altura y si bien en un primer momento me costó reaccionar, comencé a notar que cada vez estaba más alto lo cual me asustó. Intenté dar unas brazadas como si estuviera nadando moviendo todo mi cuerpo y así logré acercarme nuevamente al piso, la dirección que tomaba la tormenta era la casa grande y allí todo parecía prepararse para una batalla, desde mi altura pude ver como los peones, incluso Gelanor, iban cerrando las ventanas con desesperación, armas les colgaban de la espalda y se metían en el interior de la casa preparados como para un ataque. Una vez que alcancé a tocar el suelo corrí para alejarme pero esto era imposible. Quien sabe contra que fuerzas extrañas estábamos peleando, que poderes fantásticos nos provocaban y hasta que punto a estos poderes les interesaba arrastrar o no vidas inocentes en esta loca batalla.
Alcancé el establo de la casa y cerré los portones con fuerza, los animales, estaban alterados y las luces se movían como si fueran a descolgarse de sus cables, tomé mi rifle, intenté calmar a los animales y luego me senté apoyado contra la puerta, no sabía por qué pero tenia mucho miedo, lo que estaba pasando no era normal y nadie me podía convencer de lo contrario. De que nos estábamos defendiendo? Que era ese ruido infernal? Intente mirar por entre la puerta, pero todo lo que veía era polvo, ramas y hojas que volaban con el viento. Luego de un largo rato sin darme cuenta me dormí y desperté al día siguiente con los rayos del sol que se filtraban entre las maderas del establo. Al recordar lo sucedido todo parecía irreal, al salir, el sol golpeó mis ojos sin dejarme ver por unos instantes, cubrí mi cara con mi mano tratando de hacerme sombra para poder ver y a lo lejos me pareció verla a ella parada en el medio de la praderas con los brazos en alto como discutiendo con alguien que no alcancé a distinguir. Por un instante fue como una imagen santa, hice un esfuerzo por aclarar mi vista y ya no estaba allí, pero si pude ver a Gelanor que volvía caminando hacia mí con la yegua Deseo sostenida por sus riendas y un libro grande y viejo en la otra mano, mirándome fijamente dijo:

-Donde estabas, te necesito, seguíme...

Lo seguí hasta la casa, él me guió por enormes salas de lujosos muebles llenas de silencio, hasta sus habitaciones. Su gesto era adusto, no parecía una mala persona, pero se notaba que hacia un esfuerzo por ser correcto, como si sus preocupaciones estuvieran lejos del mundo material, Siempre vestía ropa de trabajo con botas altas y una escopeta colgaba de su hombro constantemente cuando salía de la casa. Su ropa desaliñada revelaba que no se había cambiado en días y que tampoco descansaba lo suficiente, Cuando ingresé a su cuarto descubrí su soledad, la puerta no tenia cerradura ni picaporte, lo cual me llamó la atención pero inmediatamente descubrí que este no era su cuarto, él atravesó caminando la habitación hacia una de las hermosas paredes adornadas con molduras de yeso, en la que casi imperceptible había otra puerta, esta sí con doble cerradura, la cual daba a su cuarto pero cuando ingresé en él, me di cuenta de que todas las historias que había oído tenían motivo o al menos había algo de lo cual él se ocultaba. La habitación era pequeña, teniendo en cuenta las dimensiones de la casa, las paredes eran blancas y lisas, no tenían ningún cuadro colgado, sólo había una cama, unos estantes y una mesa de arquitecto, todo pintado de blanco. Abrió un pequeño armario empotrado en la pared y guardó, echándole llave, el viejo libro que resaltaba por su portada amarillenta y ajada entre tanta blancura. En la mesa donde él trabajaba, se notaba que hasta altas horas de la noche, había planos de la casa y del campo con flechas y notas hechas desprolijamente sobre el papel. Porqué me había guiado hasta allí? Porque, si había algo de lo cual se ocultaba, no temía que yo conozca su cuarto secreto?
Él me ordenó llevar la yegua al establo y no permitir que nadie la saque de allí. Cosa que hice sin preguntar porque, su actitud era demasiado enérgica, me dió unas llaves, un candado y me volvió a repetir: ¡Nadie!

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Todos escuchaban con atención el relato de Dante y ahora él parecía ser una persona muy distinta de la que habían conocido al llegar, su cara se había transformado por completo y acentuaba cada frase con tonos y gestos como si el contar historias fuera un oficio que ejercía con destreza y pasión.
Tomó unos tragos de cerveza y dió una profunda pitada al cigarrillo, y luego de comprobar que todos seguían sus movimientos con atención continuó su relato.

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Una tarde estaba yo en el establo limpiando y me detuve para acariciar a Deseo unos instantes, sus ojos penetrantes me miraban sin verme, era un animal fabuloso. Gelanor desde otro lugar en las sombras del establo me observaba y dijo de golpe:

-Sé que ella te gusta, pero por más que la desees no podrás tenerla, nadie puede.

Luego del impacto al oír su voz, pude percibir que no me hablaba de la yegua, pero no me atreví a preguntarle nada, tan sólo me quede mirándolo a los ojos por unos instantes en los que él me sostuvo la mirada y ya no hacía falta preguntar nada más.
Él tenía hacia mi cierta simpatía y algunas veces charlábamos sobre mis viajes, esto parecía distraerlo y divertirlo. En estas conversaciones me hacia algunas pocas preguntas pero todas tendientes a conocerme un poco más.
Esa noche se inundó de sombras el campo, yo caminaba por allí cerca sin nada que hacer, solo. Desde donde estaba podía ver la gran casa y allí estaba Gelanor apoyado sobre el marco de la puerta, observándome. No lo había advertido antes pero al verlo ya no supe que hacer, deje de ser espontáneo y no sabía si debía acercarme o no. Me encontraba yo en esa duda, cuando de pronto fue él quien comenzó a acercarse, lentamente camino hacia mí. Hablamos del tiempo, de la noche y alguna que otra tontería. Me invito a beber algo en la casa, parecía muy solo y con ganas de hablar. Luego de varias copas de un muy buen vino y cuando ya parecía correr cierta corriente de empatía, no resistí más y le pregunte:

-Que es lo que pasó hoy Gelanor? De que nos estábamos defendiendo?

El no parecía sorprendido por la pregunta pero su gesto cambio

-Sabía que me ibas a preguntar, y no sé si mi respuesta te alcance... Sé que puedo confiar en voz... desde que te vi mirarla, por que sé que ella te duele, como a mí... y no podes hacer más que admirarla... Por eso te confié hoy esa tarea. Todo comenzó hace mucho tiempo cuando compre esta casa y encontré un libro que me revelo algunos secretos que yo desconocía. El libro cuenta que muchos animales fueron concebidos por antigua gente que jugaba con ocultos poderes, a partir de la necesidad del hombre de contar con ellos para su trabajo... es decir que son partes del hombre que fueron arrancadas y convertidas en bestias... Si ya sé, es difícil de creer- me dijo mirándome a los ojos- pero yo estaba aquí solo y creer o no creer, no era lo importante. Una noche que había bebido bastante encontré este libro, lo leí atentamente y decidí hacer una prueba, siguiendo las instrucciones del libro intenté arrancarle a Deseo su parte humana pero era en vano, ninguna de las palabras que el libro decía parecían tener sentido y tampoco efectos sobre la yegua. Me tumbe en el establo cerca de ella cuando en determinado momento, mientras llevaba el vaso de vino a mi boca me pareció ver a trabes del vidrio el rostro de una mujer en el cuerpo de Deseo. Me habló y me pidió por favor que la hiciera humana, que ella sabía como debía decir las palabras para que estas tuvieran efecto. A cambio solo me podía ofrecer fortuna. No dude en seguir sus instrucciones no por la fortuna prometida si no por la intriga y la perversidad que me inundaban en ese momento. Los demás caballos se alteraron tanto que nos los pude controlar de golpe sentí que todo se me había ido de las manos, el establo era un aquelarre, Deseo comenzó a dar vueltas y los otros caballos me atacaban, yo me desmaye por los golpes creo, aunque también estaba muy borracho. Ahora la reclaman Dante...
La quieren de vuelta y no estoy dispuesto a entregarla, entendes? Dijo golpeando la mesa con su vaso.
-Yo la amo- balbuceo en forma casi inaudible

El sonido retumbo en el silencio de la casa y yo no sabía si creer o no, pero como él decía, eso no era lo importante. Lo cierto era que ahora yo tenía frente a mí a un hombre quebrado en su soledad, que me desafiaba entrar en una historia increíble. El silencio se adueño de la casa nuevamente y así permanecimos hasta que Gelanor se durmió sobre la mesa, yo me levante y me fui lentamente tratando de no despertarlo.
Esa noche alguien golpeó la puerta de mi cuarto, con sorpresa y mucho temor me levanté, tomé mi arma y abrí sin correr la cadena de seguridad. Del otro lado como salida de mi mente, estaba ella, la deje pasar sin decir palabra, su aire seguía siendo de ausencia pero también de desesperación.

- Sé muy bien que usted no me conoce ni sabe quien soy pero
necesito su ayuda y quisiera saber si está dispuesto a dármela
sin hacer preguntas.

Sólo asentí con la cabeza, no sé porque me era imposible ser espontáneo en su presencia, no supe que decir pero estaba claro que no me importaba nada con tal de entablar una relación con ella y ahora tendría además, un secreto que nos uniría, esto me animó, aunque las palabras que Gelanor me había dicho en el establo ahora parecían cobrar un sentido diferente, como de amenaza quizás.

-Sé que ella te gusta, pero por más que la desees no podrás
tenerla, nadie puede-.

Me pidió que la esperara en el campo, cerca del sauce, antes del amanecer, que llevara a Deseo y algo para prender una fogata. No hice preguntas, como había prometido. Ella me miró un instante, como estudiándome, para mí fueron siglos, luego se marchó.
Esa noche fue interminable, en la oscuridad comencé a pensar que quizás todo había sido un sueño, ¿qué pruebas tenia de su presencia, y si Gelanor me veía sacando a Deseo en la noche?
El tiempo goteaba lentamente sobre mi cabeza y a cada paso una nueva duda se me hacía carne, llenándome de temor por lo posible, lo imprevisto, la suerte que siempre me fue esquiva, el destino, la rama que no habría de pisar o tal vez si, todo podía cambiar mi destino, todo y nada.
El silencio era un abismo y yo me sumergía cada vez más en él, sin saber ya a esta altura que era real y que había inventado mi mente. Debía salir de allí y esperarla como le había prometido, por lo menos así dejarían de atormentarme mis pensamientos y haría algo para distraerme.

Ella se acerco a mí brotando de la oscuridad, como una materialización, saco de entre sus ropas el libro que yo ya había visto, pero aun no sabía que contenía. Pidiéndome con un gesto de sus manos, las riendas de Deseo, me dijo:

-Dante, debes prender una fogata y cuidar que no se apague
Pase lo que pase. Cuando veas que este libro ya no esta en mis
Manos, deberás tomarlo y quemarlo en la fogata, por favor
asegúrate de que Gelanor no lo recupere-.

Yo asentí, y comencé a temer haberme metido en algo que me traería problemas, pero ya era tarde para volver atrás, Si había aceptado llevar hasta allí la yegua y encontrarme con ella, ya no era tiempo de poner objeciones a estos pedidos.
Camino unos pasos alejándose de mí, Yo me dispuse a preparar el fuego, la noche era tranquila y muy oscura, luego de varios intentos, cuando logre prender el fuego, este ilumino los alrededores y pude verla a unos metros, abriendo el libro y leyendo en un idioma que no pude identificar. Deseo estaba parada frente a ella como escuchando sus palabras atentamente.
De pronto algo comenzó a cambiar en el aire, sentí como la tierra comenzaba a vibrar. Al darme vuelta pude ver la misma pared de polvo que ví aquella tarde. Avanzaba hacia nosotros, volví a mirarla pero ella estaba totalmente abstraída en su plegaria, gritando palabras incomprensibles para mí, mientras con una mano sostenía el viejo libro. Los primeros rayos del sol comenzaban a iluminar la llanura. La oscuridad iba retrocediendo lentamente como una cortina.
Cuando volví a mirar la tormenta que se acercaba, al mismo tiempo que la vibración y el ruido se hacían más intensos, pude ver entre el polvo movimientos, entonces comencé a notar que eran animales que corrían hacia nosotros, era una gran manada de caballos que corrían y hacían vibrar la tierra. De golpe se detuvieron y todo fue silencio. La manada permaneció a distancia pero atenta, como si esperaran algo, me di cuenta que Deseo no se había movido, ni alterado y permanecía al lado de ella como entendiendo mejor que yo lo que allí sucedía. Mi cabeza giraba para uno y otro lado. De pronto fue como descorrer un velo, no sabía si estaba teniendo una visión o no, quise refregar mis ojos pero temía que la imagen se esfumara. Los rostros de esos animales eran humanos, ellos eran centauros imponentes y gloriosos que me miraban fijamente mientras golpeaban el suelo con sus patas en actitud desafiante. La visión de estos seres me lleno de una morbosa fascinación, Sus torsos desnudos y la forma en que movían sus cuerpos me horrorizaban e hipnotizaban al mismo tiempo Yo no podía apartar mi mirada de estas criaturas maravillosas y fantásticas, como si estuviera en trance, y ellas tampoco dejaban de mirarme en forma vigilante. Cuando me acordé de ella, caí en la cuenta que ya no se oía su voz y al volver mi cabeza la vi con los brazos extendidos en cruz y la yegua que giraba a su alrededor. Un remolino de viento y polvo comenzó a envolverlas hasta ocultarlas y al cabo de unos segundos Deseo salió corriendo hacia la manada pero ahora era ella convertida en centauro que se alejaba. La manada giró y corrieron todos juntos envueltos en esa pared de viento que los seguía como la cola de un cometa.
Luego de unos instantes tome el libro que había quedado tirado en el piso envuelto en polvo, mi curiosidad fue más fuerte y lo hojee sin poder comprender lo que decía, eran signos indescifrables para mi entender. En ese momento detrás de mío escuche un caballo al galope que se acercaba nuevamente, y al levantar la mirada note que era Gelanor quien lo montaba. Comencé a arrancar las hojas del libro y a tirarlas en la fogata. Nadie tenía derecho a usar esta llave que abría las puertas de una dimensión desconocida para los hombres. Si es que tal cosa fuera posible. Si es que esto no fue solo un sueño, una pesadilla que por esos misterios de la mente hoy lo recuerdo como si fuera real. Ya no lo sé, solo sé que esta ahí, en mi memoria y nada más.
En el bar se oían ya pocos sonidos, casi todos se habían marchado, los mozos levantaban las sillas sobre las mesas y barrían los restos de una noche de encuentros, desencuentros, peleas, reconciliaciones e historias sueltas.
Jorge Rúa
11/10/02

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