viernes, mayo 12, 2006

El Parque


Con 16 o 17 años, recuerdo mis primeras visitas al parque. Un grupo de gente que se juntaba los verdes domingos a la mañana a cambiar, comprar y vender discos. Escuchaban y hablaban de los mismos grupos que a mí me gustaban y otras bandas que no conocía pero aprendí a escuchar, no era solo eso, también había un reconocimiento en la pertenencia, un espacio en donde se manejaban los mismos códigos y se creaban algunos nuevos. Allí conocí a amigos tan diferentes entre sí y tan comunes a mí, allí comencé a conocer mis primeros libros y tuve mis primeras charlas sobre el país, los milicos y la represión. Era el año 77, todos sabíamos que había oscuridad, por eso era tan importante encontrarnos. Cada tanto aparecía la cana y todos corríamos tratando de evitar aquel mal trato, averiguación de antecedentes y la vejación siempre posible. Alguien comentaba que Aquelarre hablaba de nosotros en el tema Violencia en el Parque y por mucho que escuchara su letra no lograba reconocerme en las metáforas de Del Guercio pero igualmente causaba cierta sensación de orgullo pensar que lo hubiera dedicado a nuestro pequeño espacio. La salida de un nuevo disco de Génesis, Yes, Jethro Tull, nos hacia olvidar por unos instantes el dolor de las heridas. Como en la película “La Maquina del Tiempo”, nuestro pequeño paraíso dominical de música, libros y proyectos sólo era interrumpido inesperadamente por la llegada de los Morloks que venían a reclamar su tributo de terror y profunda oscuridad. Nos fuimos del Centenario al Cid, de allí a Belgrano y de allí a Rivadavia. Hicimos “La Ballena” esa revista underground de escasa vida y profundas ideas, comenzamos a reunirnos en Corrientes, La Paz, Los Pinos, La Giralda, El Ramos. Recorrimos todas las librerías en el insomnio de la trasnoche, tomamos todos los vinos y platónicamente amamos a todas las mujeres, fuimos la llama y la alegría, mientras el país ardía. Cada tanto nos llegaba algún grito de horror a los oídos y hablábamos del miedo hasta el amanecer. Era tan fuerte el deseo, que yo pensaba en toda esa energía y en como habría sido Baudelaire y Rimbaud o Kerouac, Guinsberg y Borroughs en sus días de locura, rodando hasta las madrugadas y mordiendo el peyote revelador. Yo traspase el techo con mi mirada en mi trip de lucidez y fume los porros más importantes de mi vida. Luego desperté del sueño y comprendí los muertos, los desaparecidos y la guerra., La música de fondo también fue cambiando por Eno, Frip, Hammill, Police, Davis. Pasaron los militares, llego Alfonsin y festejamos con los Twis, aparecieron raros peinados y el parque seguía estando allí con sus idas y venidas con sus discos, sus racias de Morloks que siguieron corriendo y atrapando inocentes. Me fui a vivir con Laura construimos anhelos, tuvimos a Julián y Zoe.Y ahora July me acompaña al parque y poco a poco el cambio también se produjo en él, su música comenzó a definirse; Blink, Green Day, NOXF, Linkin Park, Arbol, Divaga en su guitarra las canciones que pintan su universo y comienza un vuelo que conozco.Hoy otras ves es el Centenario, ya pasaron casi treinta años y nada cambió demasiado, sólo que hoy hay mas copias, por que los discos son un lujo para una minoria, sólo que hoy algunos mercaderes se hicieron dueños e imponen listas VIP, sólo que hoy los Morloks ya no nos corren a todos solamente a los que no pagan su tributo.

Jorge Rúa

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